Junto a los problemas económicos y políticos que enfrenta el país, el de la educación ya rebasa toda imaginación. Se observan equívocos y vacíos en formas y fondo de los métodos educativos que vienen verificándose hace años.
Cuando se habla de procesos educativos, se soslaya la responsabilidad que les cabe a los padres en la formación de los menores. Pero, familias disfuncionales o fracturadas por separaciones o divorcios de los progenitores, tienen sin embargo notoria incidencia en los comportamientos de los educandos lo que se observa, cada vez más, en actos delictuales que a diario protagonizan menores de edad.
Padres que adoptan comportamientos permisivos, condescendientes, que se relacionan como amigos con sus hijos en actitudes de dejar hacer, dejar pasar influyen notoriamente en los menores que reciben modelos muy inadecuados para relacionarse entre sí y con los mayores.
Desprecio e irrespeto por la autoridad y por los mayores, rebeldía destructiva, se suman a adoctrinamiento político-ideológico. Esto se ha comprobado con apoderados que ayudan a alumnos en la fabricación de bombas molotov en establecimientos de la capital, lo que indica que la educación en general atraviesa por una grave crisis que comienza en las familias.
En esta zona no se ha llegado a ese extremo, aunque hay casos de docentes que confunden enseñanza con adoctrinamiento que al parecer no han sido aún expuestos ante autoridades y sostenedores. Es urgente entonces reforzar la responsabilidad y deberes de los padres. Y, naturalmente, es imperativa una revisión de los métodos educativos actuales que están dando negativos resultados.
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F r a s e
“El sentido común no es resultado de la educación”
(Víctor Hugo)