Un vehículo por cada tres habitantes aproximadamente hay en el país, según datos oficiales, lo que equivale a más de 6 millones de motorizados circulando por caminos, calles y avenidas. En esta zona la sola evidencia indica que hay gran saturación vehicular.En la actualidad el problema se vive a diario con repercusiones complejas que afectan a todos, niños, adultos, ancianos, lo mismo que al comercio y al turismo.
Los escolares con sus padres deben madrugar cada día para tratar de sortear en alguna medida los embotellamientos de vehículos para llegar a escuelas, colegios y liceo. No debería admitirse que infantes, adolescentes y mayores tengan que salir a oscuras en invierno de sus domicilios lo que no se compadece con los cuidados y protección que ellos requieren.
En cuanto al comercio, la cadena de abastecimiento y distribución se ve también muy afectada, más aún ahora en que por efectos de la pandemia ha aumentado el delivery o reparto a domicilio.
Las ideas y proyectos viales destinados a resolver los nudos viales en las ciudades y sus accesos, no son soluciones inmediatas. Es necesario entonces pensar en otras medidas que aunque incómodas y duras no deberían descartarse. Por ejemplo, un plan de restricción vehicular según dígitos de permisos circulación también aquí parece inevitable.
Una consulta ciudadana podría dar claridad al respecto. Si la respuesta de la gente fuese negativa significaría que se prefiere mantener la situación como está. Sin embargo, es probable que los ciudadanos esperen un pronunciamiento de los Concejos Municipales que presiden los respectivos alcaldes.
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F r a s e
“Para cada problema, hay una más sencilla solución”
(Agatha Christie)