El quehacer diario de la Convención Constitucional (CC), se ha vuelto cansador para una mayoría de los ciudadanos, aunque habrá que reconocer que esta es la actividad política más trascedente del país en las últimas tres décadas. Vale la pena ser pacientes.
Los convencionales se preparan para hacer entrega al Presidente de la República de su propuesta final el 5 de julio próximo. En esta etapa los sectores mayoritarios de izquierda de la CC, han aprovechado para incorporar algunas materias que ya habían sido rechazadas antes en otras comisiones. Asimismo, se han cambiado quorum, es decir, la cantidad mínima de votos para eventualmente, en caso necesario, modificar más adelante la Constitución en el Congreso.
Por otro lado, los convencionales se preparan para integrarse a la poderosa campaña de propaganda oficial del gobierno por todo el país. Lo concreto es que el debate público está abierto y muchas personas se están informando y comprendiendo los verdaderos alcances de la propuesta de la CC y del gobierno que podría significar el comienzo de un régimen muy difícil de remover a futuro.
Hay que tener presente también la serie de perjuicios y obstáculos que surgirían para la vida nacional y en el funcionamiento social y económico del país de no rechazar esa propuesta.
El proyecto de la CC contendrá muchas normas difíciles de analizar por su lenguaje intrincado, ambiguo o muy vago, pero hay algunos principios fundamentales que han sido alterados o eliminados del proyecto y que deben tenerse muy en cuenta. El texto que se propondrá a la ciudadanía contendrá algunos asuntos que afectarán a unos y no a otros, pero sin duda hay muchas normas que pretenden refundar el país, es decir, abolir su esencia, su identidad, su historia y su forma de ser, su idiosincrasia como nación única y soberana.
Habrá dos meses para informarse y tomar una decisión en conciencia por el bien de Chile y sus habitantes.