En poco más de dos meses, llegaremos al 4 de Septiembre, día en que deberemos votar APRUEBO O RECHAZO a la Nueva Constitución recientemente terminada por los Constituyentes electos democráticamente y pronta a ser entregada al Presidente de la República Gabriel Boric F. en solemne ceremonia administrada por los propios Constituyentes y su Presidencia.
Hacer proselitismo por cualquiera de las dos alternativas, me parece pernicioso y decadente, pero no me cabe duda de que la campaña ya se ha desatado por todos los medios de manera despiadada, mentirosa y de una parcialidad carente de toda verdad. Lo correcto, decente y deseable, idealmente, es que cada ciudadano chileno, lea el documento acabado y completo y lo discuta con otros. Lo que no entienda lo pregunte a fuentes confiables y no parciales. Así, comparando, aclarando y viendo lo bueno, lo malo y lo feo del texto Constitucional, votar tranquilamente en conciencia. Pero somos malos para leer y peores para estudiar, indagar e investigar y es probable que una gran mayoría vote por lo que le dicen otros, por lo que le rebota de las redes sociales o la TV. Esto lo saben los estudiosos del lobby y lo aprovechan sabiamente para meterse como termitas en las mentes de los que no leen y construir en ellos una falsa opinión inducida para cargar la balanza de sus intereses.
Para mí y sin opinar aún del texto terminado y armonizado, el conglomerado de Constituyentes que elegimos para esta construcción vital, ha sido neto producto del estallido social y de la lucha de clases que se esconde en el fondo de ello. Así, la actitud de los Constituyentes de una derecha extrema desesperados por obstaculizarla y Constituyentes jóvenes anarquistas o de izquierda extrema con deseos, dolores y pulsiones de querer hacer desaparecer el Chile conocido.
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