La corrupción en Chile está muy de moda en los últimos tiempos, en particular en la política, aunque no sólo sea propia de esa actividad profesional. Es justo señalar que no todos en el mundo político practican la corrupción. También hay algunos políticos idealistas y honestos aunque pareciera ser que fueran pocos.
Asimismo, este problema no es propio sólo de Chile sino que se da, en mayor o menor medida, en todos los países aún en los más desarrollados poseedores de altos niveles culturales. Se puede decir que la corrupción es transversal, difícil de combatir y de erradicar por completo.
En el caso de la corrupción política, que aparece con mayor frecuencia, se refiere a actos deshonestos y delictivos que cometen funcionarios y autoridades públicas que hacen mal uso de recursos financieros fiscales o privados. Sin embargo, la corrupción, cuyo opuesto es la transparencia, también es común en el plano individual de las personas.
En realidad, la corrupción es una mentalidad, una forma cultural equívoca que se traduce en comportamientos deshonestos en busca de ventajas económicas a cada paso. En Chile expresiones del tipo ¿cómo voy yo? haciendo ver una exigencia de retribución monetaria al margen de cualquier negocio, transacción o actividad pública o privada, vulgo coimas, son más que frecuentes no sólo ahora, lo han sido siempre aunque en mucho menor escala.
Por eso, cuando se critica la corrupción de otros, sería bueno primero un auto examen de las conductas propias para evaluar sin son honestas y transparentes. La corrupción a todo nivel sólo se podrá eliminar si los comportamientos son correctos. Difícil pero no imposible.
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F r a s e
“La honestidad prospera en todas las condiciones de la vida”
(Friedrich Schiller)