Breve análisis, sin ser acucioso, de asuntos relevantes de la propuesta constitucional.
Preámbulo: “Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos libremente esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático”.
Hay en dicho texto disonancias y redundancias formales y conceptuales que afectan la esencia del país y la gramática de la Academia de la Lengua Española (RAE). Por ejemplo, el pronombre nosotros, incluye ambos géneros, por lo que el llamado lenguaje inclusivo es una redundancia que se pretende incorporar por razones políticas.
El lenguaje humano es esencialmente vivo y va mutando por el uso muy lentamente. La entidad rectora del uso de la lengua hispánica acepta o rechaza vocablos y acepciones nuevos luego de estudios acuciosos. La RAE ha rechazado el lenguaje inclusivo.
En democracia no es admisible que el idioma se cambie de hecho por decisiones políticas e ideológicas, como se viene intentando en los últimos gobiernos y se está incorporando en la educación y en la nomenclatura del lenguaje oficial. El lenguaje no se cambia por decreto o ni por ley de los gobiernos.
También hay disonancias y errores conceptuales, porque Chile es una sola nación integrada por personas de distintos orígenes con una identidad común como país que comparten un proyecto de vida común, la misma historia, extensión territorial, símbolos patrios y tradiciones, reconocida en el mundo hace 212 años.
Asimismo, un proceso eleccionario es democrático, debe ser necesariamente participativo. Si la mujer es mayoría en la población y también en el Registro Electoral, depende de ella que su participación sea por lo menos igualitaria y no paritaria.
El concepto de paritario menoscaba las capacidades y talentos de la mujer que, según estudios fisiológicos serios, es en muchos aspectos más inteligente que el hombre.