La actividad del turismo en Chile, lo ha pasado mal. Han sido casi dos años de quietud obligada e incertidumbre debido a la pandemia, confinamientos, estrictos aforos y limitaciones cuando no de puertas cerradas.
Con el paso de la llamada Cuarta Ola de Covid-19 y sus variantes Ómicron, pareciera que una pesadilla estuviera quedando atrás. Pero en Europa la pandemia ha vuelto a las andadas en forma de una Quinta Ola y no hay que descuidarse.
La industria del turismo o como la ha llamado el Presidente Boric, la “industria verde” debe revitalizarse para enfrentar lo que viene con mayor creatividad e innovación que pueden haberse fortalecido durante el involuntario y crítico receso.
La industria sin chimenea, como también se le llama, no debería olvidar que su desarrollo puede alcanzarse a la par que se incrementan sus grados de profesionalismo. La improvisación, la tendencia al facilismo y a la inmediatez no son buenas compañías para un turismo bien consolidado.
Los grandes centros turísticos mundiales, además de sus bellezas naturales o arquitectónicas, históricas y culturales, hacen gala de profesionalismo en todas sus facetas, en lasque todo está previsto de modo de complacer al turista e invitarle a cada paso al regreso.
Un turista complacido, satisfecho y contento, es el principal mensajero de las bondades de un lugar. Si bien la condición del país no permite un parangón, no obstante el progreso alcanzado en este medio natural, no es menos cierto que falta aún camino por recorrer. Y es apropiado pensar que todo comienza en las personas.
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F r a s e
“Un viaje de mil millas comienza con un primer paso”
(Lao-Tse)