La seguridad pública, puntualmente la seguridad de las personas, es acaso la mayor preocupación de la ciudadanía junto con la creciente desvalorización de la moneda por la inflación. Hace varios lustros que Chile dejó de proyectar la imagen de país seguro y acogedor que era una de sus características más apreciadas.
El debilitamiento progresivo de la seguridad de las personas, se ha hecho más notorio con la aplicación de la Reforma Procesal Penal, en 2010. Aunque se separaron las funciones de investigar y de sancionar, la reforma ha traído consigo numerosos inconvenientes por su sello excesiva e ideológicamente garantista.
En esta zona los ciudadanos han ido conociendo y sufriendo con estupefacción cómo algunos delitos antes desconocidos se han ido arraigando en este medio. Durante los últimos días en Villarrica se ha sabido de al menos un par de casos de asaltos y robos de las llamadas encerronas.
También de robos con sorpresa y con fuerza más conocidos como asaltos perpetrados por menores de edad liderados por adultos. Por fortuna, la policía, en este caso Carabineros de Chile de la 7ª Comisaría Villarrica, ha procedido con prontitud y eficacia y ha puesto a los antisociales a disposición de la justicia.
Preocupa que la autoridad emita señales contradictorias ante la delincuencia de menores. No requiere a los padres de los detenidos mientras que en otro plano faculta a los menores de 16 años a ejercer derecho a voto.
Hace falta una política realista, uniforme y consecuente en esta materia si se quiere evitar que la delincuencia infanto-juvenil crezca y se normalice definitivamente.
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F r a s e
“Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”
(Francisco de Quevedo)