El viernes 26 de agosto se conmemoró un nuevo aniversario en la iglesia católica. Se trata de la fecha en que falleció el beato sacerdote de origen mapuche, Ceferino Namuncurá, ocasión que también dio paso a unirla con otra celebración con igual importancia como lo fue el “Día de Oración por los Pueblos Originarios”. Esta última, celebrada en la Catedral y las parroquias de Pucara y Licán Ray, el día de ayer, con encuentros con las comunidades mapuche en las diferentes parroquias de la zona donde fueron llegando los fieles para ser parte de un objetivo común, orar por los pueblos originarios.
Historia del joven sacerdote Ceferino
El obispo de la Diócesis de Villarrica, Monseñor Francisco Javier Stegmeier, dio a conocer quién fue Ceferino Namuncurá por quien se conmemoró un nuevo aniversario de su fallecimiento, hace ya más de 100 años.

“El 26 de agosto de 1886 nació en Chimpay, Argentina, el Beato Ceferino Namuncurá. Su vida es muy bonita y es un ejemplo de la unidad que debe darse entre nosotros. Nuestra época tan marcada por profundas y violentas divisiones recibe de Ceferino una interpelación a buscar aquella unidad que convierte la diversidad en riqueza para todos y no en enfrentamiento de unos con otros. Ceferino es símbolo de unidad entre argentinos y chilenos, entre mapuches y blancos, entre cultura originaria y fe en Cristo”, comentó monseñor.
“Ceferino, al igual que la Cordillera de Los Andes, une a Argentina y a Chile. Ambos países se sienten identificados con él porque su padre, el Cacique Manuel Namuncurá y sus antepasados, lo mismo que su madre, son originarios de la Región de La Araucanía. Don Manuel, el padre de Ceferino, nació en los alrededores del río Llaima, cerca de Curacautín. El abuelo de Ceferino, don Juan Calfucurá, habría nacido en el mismo lugar, o, según otros, entre Pitrufquén y el Lago Colico”, agrega.
“El padre de Ceferino es totalmente mapuche y su madre, Rosario Burgos, tiene sangre mapuche y blanca. En su vida personal, Ceferino supo unir armoniosamente las riquezas aportadas por las dos razas. Nunca renunció a sus raíces que lo acompañaron toda su vida, hasta su temprana muerte el 11 de mayo de 1905, cuando todavía no cumplía diecinueve años. La alianza de razas en su sangre la proyectó siempre en su fraterna relación con todas las personas y con todas las culturas”, finalizó diciendo el obispo de la Araucanía, Monseñor Francisco Javier Stegmeier Schmidlin.