A pocas horas del plebiscito constitucional de salida, este domingo 4, prácticamente ya todos los argumentos a favor y en contra se han puesto sobre la mesa. Algunos de esos argumentos atendibles, correctos, claros. Otros confusos, ambiguos, capciosos o que apelan a noticias falsas (fakenews), que han enrarecido la contienda electoral.
En todo caso, dejando de lado esos aspectos espurios que han ensuciado las campañas, hay muchísimas personas, ciudadanos, miembros del pueblo que no es propiedad de nadie, que han abogado legítimamente en un marco democrático por una u otra opción.
A esos muchos ciudadanos los ha movido un sincero afán que supone lo mejor para Chile, porque estiman que el país requiere una nueva Carta Magna que esté a tono con los tiempos y que deje atrás definitivamente rencores y resentimientos. La democracia que, en esencia se basa en la norma más equitativa de “una persona un voto”, da la oportunidad de que cada uno se exprese civilizadamente en las urnas.
El verdadero espíritu democrático implica que los ganadores se muestren con humildad y que los perdedores acepten sin rencores su derrota. La vida cotidiana del país no terminará este domingo al atardecer. Seguirá su curso y para que todo sea mejor se necesitará unidad para encontrar las formas más adecuadas para todos los chilenos tengan un mejor futuro en todos los ámbitos.
Sólo cabe, en estos momentos, hacer votos para que el proceso electoral se desarrolle con normalidad, que todos los inscritos concurran a sufragar haciendo prevalecer la cultura cívica tradicional de los chilenos, que tantas veces ha sido admirada en otros países.
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F r a s e
“En cada elección se necesita mucha reflexión y sabiduría”
(H. Regnew)