Han transcurrido 19 días del rotundo triunfo del Rechazo y los votantes de la mayoría popular transversal que construyó ese resultado, observa el mundo político al revés. El oficialismo que perdió actúa como ganador y la oposición partidista se comporta como perdedora.
A este paso es probable que los dirigentes de la oposición terminen seducidos por los persistentes cantos de sirena del oficialismo. Contrajeron compromisos antes, y ahora después del plebiscito, que cambió absolutamente la obra y la escenografía política, quieren hacer lo mismo.
Condescendiente, genuflexo, errático, Chile Vamos no puede o no quiere interpretar de modo correcto el resultado del domingo 4. Quienes fueron derrotados plantean mantener la columna vertebral rechazada: estado plurinacional, sistema político, sistema judicial, manejo político de las aguas, aborto sin límites, escaños reservados, autonomías regionales, etc.
Como si fuera poco, pretenden que en la redacción de una posible nueva Carta, se tenga a la vista también el proyecto del gobierno de Bachelet II que no tuvo respaldo ni de sus partidarios. Sólo parecen olvidar la “desinteresada asesoría” del Sistema de la ONU y sus 19 agencias en Chile.
Los partidos políticos deben dar prioridad a la voz del pueblo que con una aplastante mayoría sepultó los afanes refundacionales del oficialismo. Los dirigentes opositores deben comprender que el triunfo del Rechazo no les pertenece sólo a ellos. Ha sido fruto de una contundente expresión popular que supera por lejos a los partidos.
De otro modo, la clase política se arriesga a recibir una negativa aún más demoledora en eventuales nuevos plebiscitos. Una posible nueva Carta debería ser redactada por expertos constitucionalistas de los partidos más algunos especialistas independientes adscritos a las colectividades políticas representadas en el Congreso Nacional.