La verdad es que los ciudadanos comunes y corrientes nunca tenemos más dinero que el estrictamente necesario para vivir al tres y al cuatro y con suerte, ya que con los aires que corren de recesión, escasez y precios exorbitantes, rara vez podemos vivir holgadamente y con la tranquilidad de llegar a fin de mes sin sobresaltos.
Pero para algunos coleccionistas, el dinero es un medio para una enfermedad mayor que podríamos llamar “la pulsión del poder”. Con la acumulación de dinero, se logra el poder, el poder de mandar a hacer y deshacer a nuestra voluntad, lo que se nos antoje con los demás y con el medio que nos rodea. Incluso, se comenta, que los que tienen el poder del dinero, están por sobre la justicia y el poder político. Así visto, se presenta, el coleccionista del dinero y por ende del poder, como un enfermo social terriblemente pernicioso. Pero al parecer los pocos infectados con este mal, que acumulan la mayor parte de la riqueza de la humanidad, no tienen remedio, ni vacuna, ni antídoto para lograr una mejoría. El mal es progresivo e infeccioso.
Algunos de los síntomas más graves de esta enfermedad, está relacionado con la nula visión ecológica de los infectados. Por ser: En Europa, Asia, América y África, gran parte del agro que estaba destinado a producir alimentos para toda la humanidad, desde hace 10 0 15 años está destinado al mono cultivo (dañino para el terreno), de maíz o caña de azúcar, NO para alimentar a la población, sino para producir Etanol que es un alcohol muy utilizado como combustible para los motores de todo el mundo. Esto es muchísimo más rentable que producir maíz o azúcar. Otro detalle es que estos monocultivos se han realizado arrasando con buena parte de las principales selvas y bosques del planeta (Amazonas, El Congo, Borneo, Valdiviano y otras). Esta locura genera hambruna y mata la Biosfera, es decir nos mata.
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