El análisis, el estudio, el diagnóstico ya está realizado y explicado con absoluta claridad; donde el Estado de Chile o de cualquier país deja de ocuparse y no tiene presencia, asistencia y control, aparecen substitutos y liderazgos que lo reemplazan a muy corto andar y ocupan su lugar. Es tan natural esto, como aquella primitiva conjetura propuesta por Aristóteles del “Horror Vacui” que suponía que la naturaleza sentía horror o rechazo hacia el vacío al “resistirse” a tolerarla ausencia de aire. Se decía que la naturaleza “aborrecía” el vacío. Algo semejante ha ocurrido con la sociedad humana organizada democráticamente desde hace un par de siglos. Existen gobiernos con autoridades elegidas por votación popular cuya principal función es ocupar todos los territorios del país brindando protección, seguridad y control de la vida cívica mediante el cumplimiento de las normativas enseñadas por la Constitución vigente. Si este gran principio civilizatorio se omite o se relativiza por cualquier razón, las consecuencias son desastrosas y la ciudadanía comienza a vivir en ascuas.
La observable “avanzada” delictiva que vemos a diario, en todo el país, se debe al abandono del estado desde aproximadamente el año 2000 en lo relativo a seguridad pública. Por razones de simpleza y superficialidad política o desidia, se ha dejado crecer al narcotráfico y los asaltos por robos. Los jóvenes subyugados por la pasta base, asesinan y roban ciega y desesperadamente por tener dinero rápido para su vicio. Lo mismo ha sucedido con los migrantes ingresados clandestinamente que llegan como maleantes o se transforman en ello por razones de supervivencia. En la Araucanía, el crimen organizado es mucho más complejo y se le ha justificado aduciendo causas étnicas para tapar el robo, el asesinato, el armamentismo y el narcotráfico.
Deben ir de la mano, la ayuda económica a la población, el aumento del empleo, el estímulo al crecimiento de la empresa e industria grande, mediana y chica, con el combate a la delincuencia en todos sus frentes, invirtiendo en capacitación y reforzamiento de las policías y el trabajo conjunto con las FF.AA y todos sus medios de modo de formar un cuerpo coherente, inteligente y eficaz, encabezado por los ministerios de Interior y Defensa. Si esto se hiciere, habrían muchos reos, entonces las cárceles y el SENAME deben evolucionar a centros de educación y trabajo, con asistencia psicológica, médica y psiquiátrica y dejar de ser “escuelas de posgrado y doctorado” del crimen organizado.
Así como van las cosas, estamos jugando al “todo o nada”. O este gobierno y el que venga, se ponen en la línea correcta de dar protección y seguridad a sus ciudadanos, sin ambivalencias políticas ni ideológicas y sacan las lacras delictivas que ocupan y toma el poder progresivamente en todos los lugares abandonados por el Estado o la ocupación será total y ya no habrá marcha atrás y el Poder total será de ellos.
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