Me cuesta decir “FELIZ AÑO NUEVO”. Siento como que estuviera mintiendo o repitiendo una monserga en la que dejé de creer hace ya unos años. Es cierto que decir “FELIZ AÑO NUEVO”, no va más allá de un buen deseo hacia los otros, una atención, un detalle, una mentirilla piadosa. Pero así y todo, en lo profundo, creo que estoy mintiendo cuando lo digo y me dan ganas de agregar una suerte de disculpa argumentando que es lo que a mí me gustaría, pero a sabiendas de que ya no puede ser o que dadas las circunstancias que vivimos en todo el planeta es una utopía imposible. Qué triste.
Ya el número en sí, el 2023 es en su propia estética, raro y poco pintoresco. ¿Cuánto suman sus guarismos? 2+0+2+3 = 7. Raro. Google, en su ociosidad, comenta que este 2023, no es número interesante. Ni siquiera es un número primo (sabemos que estos números primos están muy solos), tampoco es perfecto, no es poligonal, noes regular, ni menos factorial. Mucho menos es un número esférico, ni de Fibonacci, ni siquiera de Catalán. Sólo podría parecer “esfénico”, pues es producto de 7x17x17. Más fósil aun. Tiene una sola gracia, es Compuesto, es decir puede ser dividido por 1, por 7, por 17, por 119, por 289 y sin duda por sí mismo, es decir por 2023, que lo hace másfome todavía.
Pero busquémosle las “cinco patas al gato”, y seamos optimistas con mentirillas y todo, pese a la hecatombe con la guerra entre Rusia y Ucrania, el desabastecimiento y la hambruna mundial, el aumento exponencial del COVID-19 en China y otras lugares del mundo, el calentamiento global, los incendios a la vuelta de la esquina, el volcán de casa, llamado Ruka-Pillán (Villarrica) que se está insolentando, los temblores diarios, la inflación, la incoherencia total de nuestra política chilena a todo nivel, nuestra indiferencia individualista y consumista que nos insta a mirarnos el ombligo y adorarlo. Bueno, pese a todas estas excrecencias, podemos hacer el ejercicio de intentar “salvar” o encontrar un par de aspectos de que agarrarnos para NO caer en malos y fatales pensamientos. ¿Qué podría ser? No sé me ocurre. Tendré que recurrira intimidades, que quizás, para algunos sean aplicables o generalizables, tal vez. Yo tengo 80 abriles y estoy como lechuga añeja pero aun comible (lúcido) y estoy así porque estoy enamorado de una mujer que he amado con fuerza toda mi vida. Esto, me mantiene con ganas de vivir y de gozar. Me da fuerza y me permite conservar mi niñez en algún rincón de mi ánimo. Tanto es así que a “la que ronde” (la muerte como la llama Silvio Rodríguez en una de sus canciones), me es una cuestión llevaderay largamente aceptada. Tuve, irresponsablemente a mis dos cachorros (hijos) adorados, que me han dado cinco nietos a los que amo sin condición y a los que siempre les miento, deseándoles lo mejor. Quizás ahí está el factor de sobre vivencia y de salvación: EL AMOR, el amor más grande que se pueda, que trascienda al EGO fortificado y llegue a toda la Humanidad.
(Tomas Moro, me mira y se sonríe con ironía desde su tumba en Londres).
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