NUESTRA POLÍTICA ENTRÓPICA
(Por: Francisco Julio M.)
La segunda ley de la termodinámica es denominada “entropía”. Es un concepto fundamental de la física. Para efectos del nombre de este Martes de Comentario, creo poder argumentar, que la energía siempre se transforma de ordenada a desordenada y de concentrada a dispersa. Y la única forma de revertir ese proceso entrópico es empleando energía adicional, la cual una vez usada, provoca una mayor entropía total. Algo así como un círculo vicioso de dispersión y anarquía. De alguna manera las Ciencias Sociales, la Política y la Economía están imbuidas por los conceptos de la física y según algunos autores, por aquí podría ir la causa de la decadencia de las civilizaciones de occidente. Así el desarrollo de las civilizaciones lo caracteriza el conflicto entre la identidad de los pueblos frente a las siempre presente fuerzas caóticas. Por eso la evolución y caída de las civilizaciones se asocia a la suerte de la Cultura.
Muchos pensadores coinciden en el hecho de que los principios de organización y comportamiento dirigen la energía colectiva, creando un orden social. Es decir, para evitar el caos (entropía social), lo que mejor ayuda y sostiene las estructuras comunitarias son los ideales sociales comunes. Si las convicciones en nuestros valores fundamentales pierden su validez, la fuerza de cohesión en la consecución de objetivos comunes, también desaparece. Por eso cuando la voluntad colectiva no existe o es azarosa y muy dividida, fácilmente resulta prisionera de tendencias anárquicas.
Es de gran importancia para aquellos que conducen la política de Chile, resguardar la cultura nacional que nos une, educando con herramientas válidas y didácticas en contra del populismo digital o “democracia callejera” que son los elementos catalizadores o facilitadores del caos o entropía social actual. Si miramos con atención, vemos que a diario somos bombardeados con un activismo fuerte y poderoso por las redes sociales y este activismo no siempre es responsable de sus dichos y más bien en la mayoría de los casos funciona como un histerismo colectivo, más que como una fuente de información y conducción valida. Este poder de las redes, con su insistencia y participación masiva, suele tener peligrosas repercusiones e influencias en la clase política que gracias al griterío y a las pasiones desbordadas que transmiten con fuerza en sus peroratas, hacen caso de estos medios por la necesidad de votos en las elecciones y así, estas autoridades por falta de carácter y convicciones genuinas y profundas obedecen a estos llamados de la selva digital. En esencia este bullicio histérico de las redes va generando una presión política que puede llevar a que se decida equivocadamente anteponiendo esta decisión a un estudio profundo sobre un tema. Lo otro es que este elemento digital tan manido por todos los ciudadanos nos lleve a una demanda a una necesidad inventada y neurótica de “plebiscitar” cualquier iniciativa.
Las grandes luchas sociales que se han dado en el mundo laboral por parte de los trabajadores organizados en sindicatos no tiene que ver con este poder entrópico de la política que se está dando por medio de la “democracia callejera” generada por los medios digitales de los teléfonos, los computadores y las redes sociales. Las luchas sociales de nuestra historia sindical tienen potencia moral y se sustentan en coherentes y genuinas reivindicaciones.
MI CORREO: panchana.1942@mail.com