La inexistencia del otro
(Por Francisco Julio M.)
Al igual que en los años inmediatamente anteriores al Golpe Militar de 1973, nuestra sociedad chilena ha caído en una intolerancia muy aguda en la cual el escuchar y tratar de entender lo que intenta comunicar otra persona, ha pasado a ser un imposible. Impera en las relaciones humanas cotidianas, el prejuicio, el supuesto, la idea preconcebida y la descalificación. Sin saber quién es el otro, ni lo que cree, ni lo que piensa, ni cuáles son sus valores, lo calificamos sin más ni más de reaccionario, de conservador, de facho o de comunista. Si alguien no piensa como yo, o no votará por mi candidato favorito, lo tildo sin más ni más con los peores epítetos que se me vienen a la cabeza.
Por ejemplo, yo vivo en una pequeña comunidad formada por unas doscientas familias de un loteo rural, y como está sucediendo en todas las comunidades del planeta, las relaciones interpersonales reales, esas de carne y hueso, en que las personas se encuentran y se miran a los ojos y conversan cara a cara ya no existen. El medio de comunicación es por sobre todo el WhatsApp. Existe un WhatsApp social o comunitario para tratar asuntos de interés común, otro de Seguridad y otro Comercial o de ofertas de compra y venta de objetos y servicios. Al parecer y dentro de la filosofía de vida imperante, esto basta y sobra para satisfacer las necesidades de sociabilidad y comunicación humana en este momento postmoderno del que al parecer estamos orgullosos. Con este medio de comunicación imperante y en un momento histórico como el que estamos viviendo, al no conocernos personalmente y responder a un perfil de fantasía: ofender, descalificar y suponer es el pecado capital del milenio.
Ahora, se nos vienen los 50 años del golpe de estado. Falta poco, sólo un par de semanas para el 11 de Septiembre de 2023 y vemos que al igual que lo que sucede con el WhatsApp y otros medios de comunicación de masas, el otro no existe, la incomunicación y la obcecación de la población y de los políticos es alarmante. Seguimos divididos como antes en dos mitades irreconciliables. No se ha educado en los colegios, en las escuelas, en las universidades, por la televisión, los diarios y todos los medios en el sentido de hacer tomar conciencia del gigantesco error político que significó la interrupción violenta de la democracia por la evidente incapacidad de los políticos de entonces de no llegar a un arreglo plausible e inteligente, aunque con sacrificio y dolor de todas las partes. Obnubilados y ciegos fuimos al despeñadero más terrible de nuestra historia. Es la hora de respetar la política y DARSE CUENTA, que sin la conducción desinteresada, honrada y transparente de ellos, estaremos condenados al fracaso y a repetir los errores y calamidades del pasado. La Democracia en cualquiera de sus formas es una muestra de la evolución humana en lo social y en lo político. Hasta aquí no hemos avanzado hacia algo mejor. Si se acaba o se destruye ELLA, la vida de todos se transforma en una desgracia y vamos de muerto en muerto, de brutalidad en brutalidad. Es fácil entonces visualizar cual es el ACUERDO, mínimo y elemental para todos los chilenos de a pie y para los políticos de todos los partidos políticos: “EL GOLPE CÍVICO MILITAR DEL 11 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 1973, FUE UNA DERROTA DE LA POLITICA CHILENA POR SU INCAPACIDAD DE LLAGAR A ACUERDOS QUE SALVARA LA DEMOCRACIA A CUALQUIER PRECIO”. Lo que vino después fue una cadena de locuras, de muerte y de desenfrenos de los apetitos más voraces por el poder, el dinero y la repartija del país que antes nunca habíamos conocido. Eso no se debe repetir JAMAS. Eso, solo eso deben acordar, redactar y firmar todos los conglomerados del espectro políticos. De no ser así, entonces no hemos aprendido la lección y estamos igual o peor que entonces.
MI CORREO: panchana.1941@gmail.com