La tierra vuelve a recordarnos su poder en Chile. Este sábado 7 de junio, el país amaneció con una serie de movimientos sísmicos que pusieron en alerta a la población del extremo sur. Mientras muchos chilenos iniciaban su jornada, las placas tectónicas bajo sus pies protagonizaban un nuevo episodio de actividad que nos recuerda por qué vivir en el Cinturón de Fuego del Pacífico requiere preparación constante.
Actividad sísmica intensa en el sur del país
El Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile registró esta madrugada dos sismos de magnitud considerable en las cercanías de Puerto Williams. A las 7:06 horas, los sismógrafos detectaron prácticamente de forma simultánea dos movimientos telúricos: uno de magnitud 5.7 a 288 kilómetros al sureste de la ciudad más austral de Chile, y otro de magnitud 5.6 a 267 kilómetros al sur de la misma localidad.
Ambos eventos sísmicos compartieron características similares: ocurrieron a una profundidad de 10 kilómetros, lo que los clasifica como sismos superficiales. Esta particularidad suele generar mayor percepción en la superficie, aunque la distancia respecto a centros poblados minimizó su impacto en esta ocasión.
La jornada sísmica había comenzado temprano. A las 6:09 horas, un temblor de magnitud 3.5 sacudió la zona a 233 kilómetros al sur de Puerto Williams. Horas antes, a la 1:31 de la madrugada, el norte del país también experimentó actividad con un sismo de magnitud 3.3 localizado a 32 kilómetros al noreste de San Pedro de Atacama, aunque a una profundidad mucho mayor: 200 kilómetros.
Vivir en una zona sísmica: la realidad chilena
Chile experimenta cientos de sismos cada año, la mayoría imperceptibles para la población. Esta constante actividad se debe a nuestra ubicación geográfica privilegiada y peligrosa a la vez: el territorio nacional se asienta sobre el encuentro de las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana.
Este choque permanente genera tensiones que eventualmente se liberan en forma de sismos. Es un recordatorio constante de que la naturaleza marca el ritmo en estas latitudes, y que la preparación no es opcional sino fundamental para la seguridad de todos.
Protocolo de seguridad: qué hacer cuando la tierra se mueve
El Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) mantiene actualizadas las recomendaciones fundamentales para enfrentar estos eventos naturales. Lo primero y más importante: mantener la calma. El pánico es el peor enemigo durante una emergencia.
Durante el sismo, es crucial buscar un lugar de protección sísmica. Si es posible, protegerse bajo un mueble resistente como una mesa sólida. Cuando esto no sea viable, ubicarse junto a un elemento estructural firme puede marcar la diferencia. Inmediatamente después, resulta vital cortar el suministro eléctrico y cerrar las llaves de paso de agua y gas para prevenir emergencias adicionales.
En espacios abiertos, la recomendación es alejarse de edificios, postes y cables eléctricos. Para quienes se encuentren conduciendo, especialmente en túneles, puentes o autopistas, la indicación es clara: reducir la velocidad progresivamente y detenerse apenas sea seguro salir de estas estructuras.
Los eventos masivos presentan desafíos particulares. En estos casos, permanecer en el lugar y proteger cabeza y cuello con los brazos mientras se siguen las instrucciones del personal de seguridad puede prevenir accidentes graves causados por estampidas.